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Pastelería Virolo
Dicen que la mejor prueba de que algo o alguien es único es cuando comienzan a surgir imitaciones o imitadores. El mejor ejemplo de este aforismo lo tiene la Pastelería Virolo de Baeza, imposible de copiar porque lleva en la ciudad Patrimonio de la Humanidad, en el mismo obrador de la Calle Gracia desde, ahí es nada, 1870. Seis generaciones han pasado por esta casa afamada por su panadería y repostería que, aunque trabaja una docena de dulces de diferentes tipos, es mundialmente conocida por un particular hojaldre, de masa casi transparente y fino cabello de ángel, que bañado en azúcar glass, se deshace en la boca con solo probarlo. Bautizados como "Virolos" por la madre de Alfonso Sánchez Carmona, su actual alma mater, el nombre es un recuerdo a un cerdito, la mascota del primero de los Sánchez en iniciarse hace dos siglos en la repostería. De la onomatopeya con la que Antonio llamaba al cochino como si de un perro se tratara "Viro, viro", a una marca registrada de un hojaldre único que ha llegado a degustarse hasta en Estados Unidos. Genio y figura.
No hay más secretos que unas manos expertas. Alfonso Sánchez y cinco personas más trabajan en un obrador artesano, de donde sale un espléndido muestrario de dulces de recetas ancestrales que están en condiciones de distribuir a cualquier parte de España. Es tal su especialización y cuidada repostería, que la familia Sánchez ha decidido centrar sus esfuerzos en este sector dejando de producir pan en su obrador.
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